MI PUEBLO, MI ELÍSEO

Parece mentira que Algo tan sencillo y discreto pueda estar situado en un lugar tan escondido y escabroso. Si deseas llegar hasta allí deberás atravesar, sin importar el lugar de procedencia, numerosas curvas de estrechas carreteras que hacen presagiar, sin duda alguna, la exclusividad del sitio al que te diriges. Quizá comparable a la espeleología cuando atraviesas angostas cavernas cada vez más estrechas, que te anega de esa sensación interior de estar accediendo a un lugar al cual únicamente una minoría selecta de personas ha alcanzado antes. Y así es, un pueblo de pequeñas dimensiones aunque de extenso término, apartado de grandes ciudades, lo que le otorga un grado de tranquilidad casi único cuyo silencio es únicamente alterado por redobles de religiosas y puntuales campanas. Repleto de aire fresco y puro con el que llenar de vida los pulmones. Selecto aire que crea una fuerte adicción incontrolable e insuperable que te impone volver a pisar cuanto antes las inconfundibles calles de San Bartolomé De Pinares. Y es que seguramente conozcamos a personas cuya estancia en San Bartolo se cuente por una unidad por extrañas circunstancias, pero, ¿cuántas personas conocemos que una vez hayan salido tras “su primera vez” de San Bartolo no hayan deseado inmediatamente volver?


Incluso los que ya acumulamos una cantidad considerable de visitas no podemos evitar sentir esa sensación de paz que nos colma en cada reencuentro tras esperar ansioso curva tras curva a la derecha en el descenso tras coronar el empalme. Cada una parece la ultima, esa curva que nos destapará una vez más pasado Cobatas la gran familia de hogares que conforman el paisaje de nuestro maravilloso pueblo.


Probablemente nos hayamos preguntado en más de una ocasión qué es lo que tiene esta encrucijada de ya escasa agua y abundantes montañas. Montañas que ocultan bajo la atenta mirada de la gran, pero realmente pequeña Tripa Ituero el más preciado tesoro que jamás hubiéramos podido descubrir en ninguna isla desierta llena de piratas ni marcado con una X en un viejo y desgastado mapa. Pero lo maravilloso y especial de este tesoro es que para cada uno tiene una forma y valor diferente. Para algunos es la familia, para otros los amigos, también son vacaciones, fiesta sin descanso, para otros es un campeonato de prestigio al que esperan impacientes durante un interminable año, una chica que has conocido allí y te encanta, una coreografía en el festival de los abuelos, son sonrisas, son lagrimas…son una procesión de sentimientos montados a caballo atravesando una sucesión de hogueras en cuesta que concentran las llamas de la pasión que habita en los corazones de nuestro pueblo.


Es un lugar único, sin duda. Y sinceramente y tras varios años de recapacitar acerca de esto concluyo en que lo que más me fascina es la humanidad que abunda dentro de sus fronteras. Los coches abiertos, las llaves puestas en la puerta de casa, si tocan a la puerta se pregunta quién es después de abrir y no antes. El absoluto desinterés a la hora de dedicarse a los demás, todos están presentes cuando hay fiesta, pero a la hora de recoger a cualquiera que llames aparece en la puerta de tu casa antes de que cuelgues el teléfono, todos nos ofrecemos a colaborar en verano para que todos puedan disfrutar de él plenamente con los juegos infantiles, con los campeonatos que aunque nos cueste levantarnos somos nosotros mismos quienes pitamos, los organizadores de campeonatos, gimkhanas, maratones que se molestan y pierden su tiempo para que todo salga perfecto y se les da las gracias muy pocas veces para las que realmente merecen. También nuestro pueblo cuenta con Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente dedicados exclusivamente para nuestra villa.


Todos estos trabajos y ocupaciones sería imposible encontrarlos en la bolsa de trabajo o apuntándose al INEM ya que todos ellos, y esto es lo mas especial, se realizan de forma gratuita, simplemente por amor al pueblo, por humanidad, por ese desinterés que nos caracteriza, porque los más mayores quieren que sus hijos disfruten tanto como ellos lo hicieron a su edad, y los jóvenes somos conscientes de que para que nuestros hermanos pequeños o los más jóvenes puedan pasar un verano inolvidable con poco que aportemos cada uno basta. Y es en esto en lo que se basa la filosofía de vida de nuestro pueblo, y precisamente es esto lo que nos diferencia del resto, porque si hay alguna razón para que nuestro pueblo funcione mejor que el resto es simplemente que no hay razón. Porque hemos sustituido plenamente la razón por el corazón. Porque lejos de estar emparentados por nuestro apellido, por nuestros antepasados o simplemente mantener un vinculo de unión por estar dentro de una misma frontera, estamos unidos por la suma de una familia de corazones que laten a la vez y bombean el incansable flujo de sangre oxigenada que provoca que la afinidad quede relegada a un segundo plano. Porque en nuestro interior sabemos que estamos compartiendo con todos y cada uno de sus habitantes una porción de pueblo, una porción de vida a la que es impensable renunciar.


Si alguna vez sentís ese ardor inconfundible en vuestros corazones, os veis paseando por extensas tierras pobladas por pinos, vastos campos donde crecen vides, donde está permitido todo excepto probar las peras del árbol sagrado, no estaréis en el Elíseo, estáis en San Bartolomé de Pinares.

GUILLERMO SÁEZ

arriba






Fotografías de Alberto Martín


www.venasanbartolo.es 2010 DaniTR